Además del alimento intelectual, el cerebro nos reclama una buena dieta para que las neuronas se mantengan en forma.

Nuestro cerebro es un exigente gourmet Hipócrates, considerado “el padre de la medicina”, sabía muy bien lo que decía cuando afirmaba que “somos lo que comemos” o cuando nos invitaba a considerar a los alimentos como nuestras medicinas.

Es un hecho contrastado que nuestro bienestar depende directamente de una buena alimentación. Los beneficios de una dieta adecuada también se traducen en un gran rendimiento de nuestro cerebro. La capacidad de aprendizaje, lenguaje, atención, memoria, funciones ejecutivas y cognitivas e incluso los estados de ánimo están ligados al consumo de ciertas sustancias contenidas en alimentos específicos.

La nutrición en el período prenatal y en los primeros cinco años de vida de una persona es clave para el desarrollo de todo el organismo, por lo que alimentos ricos en proteínas serán de gran importancia en esta etapa de la vida.

“No puedes pensar bien, amar bien, dormir bien, si no cenaste bien” Virginia Woolf

Más sanos, más guapos y mucho más listos

La principal energía que necesita nuestro cerebro es la glucosa. Este eficaz combustible procede directamente de los alimentos y bebidas con carbohidratos (cereales, legumbres, frutas y verduras, productos lácteos).

Diversos estudios demuestran que las bajadas de glucosa pueden perjudicar la atención, la memoria y el aprendizaje y que su administración puede mejorar estos aspectos de la función cognitiva.

Los aminoácidos, presentes en carnes, pescados y huevos, son el segundo alimento importante del menú ideal de nuestro cerebro. Con ellos favorecemos el aprendizaje, la memoria, el control de los movimientos, los estados de vigilia, la regulación de los estados anímicos, el sueño, el apetito y la atención.

Con los aminoácidos se forman los llamados neurotransmisores, mensajeros capaces de transportar información de neurona a neurona.

Ácidos grasos Omega 3: grandes promotores de la salud cerebral

Estamos habituados a escuchar las bondades de los ácidos grasos Omega 3 en referencia al buen funcionamiento de nuestro corazón. Sin embargo, es interesante destacar también sus virtudes ayudando a la buena marcha de las funciones cerebrales.

Comer pescado azul mejora la memoria, la concentración, el ánimo, la visión y el rendimiento en las tareas intelectuales. Incluso, según algunos estudios, contribuye a la longevidad del cerebro.

“Dime lo que comes y te diré quién eres” Brillat-Savarin

Vitaminas y minerales: un tándem imprescindible

Las vitaminas y los minerales son los que, de manera casi mágica, consiguen que la glucosa se convierta en energía, los aminoácidos en neurotransmisores y los ácidos grasos en grasas más complejas, logrando un perfecto equilibrio que consigue que nuestro cerebro trabaje cómodamente.

El cerebro también tiene sed

Mantener una buena hidratación ayuda a mejorar el funcionamiento del cerebro.

Es recomendable beber alrededor de dos libros de agua al día, sin olvidar que la pérdida de líquidos mediante el sudor varía dependiendo de diferentes factores, como la intensidad y duración del ejercicio físico o la temperatura, circunstancias que condicionan la cantidad de agua que deberíamos ingerir a lo largo de una jornada.

¿Cuándo es aconsejable beber agua? No sólo cuando tengamos sed. Lo más adecuado es beberla a lo largo de todo el día, de forma lenta y en pequeños sorbos.

Recuerda: cuando necesites mayor rendimiento intelectual, no te ahogues en un vaso de agua, mejor bébetelo.

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