Estamos en uno de los períodos del año en el que casi todos nos tomamos unos días para disfrutar del aire libre y la naturaleza, para realizar alguna escapada o viaje, o sencillamente para cambiar de hábitos y relajarnos.

Cuando nos planteamos tomarnos vacaciones solemos tener muchas expectativas y queremos hacer cosas diferentes para desconectar de la cotidianeidad. Pero este deseo no siempre nos sale bien porque, aunque físicamente cambiamos de escenario, nuestra mente sigue atada a los problemas de nuestro día a día.

Es importante que nuestra mente aprenda a estar de vacaciones. Sólo de esta manera conseguiremos disfrutarlas de verdad. Es aconsejable hacer cosas diferentes, que marquen distancia con las actividades que nos ocupan el resto del año: comer cosas nuevas, descubrir lugares, olvidarse del reloj, potenciar el contacto con la naturaleza…

Si fuera posible, antes de iniciar el período vacacional, se deben cerrar temas profesionales, de forma que no nos quede nada pendiente que nos pueda arruinar el descanso. Si se trabaja con el móvil o el ordenador, es interesante dejarlos aparcados por unos días. Sin embargo, si la desconexión total con el trabajo crea ansiedad, debemos mantener una vía de contacto que nos tranquilice al respecto.

Es básico concentrarse en el presente, en lo que estamos viviendo y experimentando. Aprender a disfrutar del momento es fundamental.

Concentrarse en aficiones, en aquellas cosas que nos gustan y nunca tenemos tiempo de practicar, y rodearse de las personas con las que realmente se quiere compartir el tiempo de ocio (familia, amistades, pareja…) son otros aspectos clave para que todo salga redondo durante las vacaciones.

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