La disfemia o tartamudez es un trastorno del habla de que afecta a personas de todas las edades y que se caracteriza por una serie de disfluencias como son: bloqueos iniciales, repeticiones de sílabas y palabras, alargamientos, pausas inadecuadas, tensión y movimientos bruscos en la musculatura oral y facial, respiración entrecortada, etc., y, además, correlaciona con ansiedad y miedo a hablar.
La etiología o causas de la disfemia son múltiples, hay muchos modelos explicativos, sin embargo, la mayoría de autores coinciden en que hay tres dimensiones básicas sobre las que se mantiene este trastorno.
En primer lugar podemos hablar de la predisposición neurobiológica y de la genética, los hijos de personas que tartamudean están más predispuestos a desarrollar este trastorno. En segundo lugar, nombrar los factores psicolingüísticos y de desarrollo del lenguaje que pueden estar también influyendo en el habla. Finalmente, en tercer lugar, considerar las variables conductuales relacionadas con el aprendizaje y la imitación de patrones de habla.
En cuanta a Cómo evoluciona la disfemia o tartamudez, el pronóstico de este trastorno es más positivo en niños que en adultos.
La intervención, lo más temprana posible, puede ayudar a que niños que tartamudean lo superen y no desarrollen un trastorno crónico.
Cuando un niño empieza a tartamudear es muy importante que todos los agentes educativos actuemos de forma coherente.
Es muy importante identificar cuando la disfemia es tan solo un problema evolutivo, debido a que el niño no encuentra las palabras y se engancha un poco, o, por otro lado, cuando el trastorno muestra indicadores de cierta cronicidad, es decir, niños con habla muy bloqueada con repeticiones de muchos elementos y sobre todo con tensión física y orofacial evidentes.