Andrés Cañas y el cáncer de laringeEn esta ocasión, reproducimos por su gran interés el artículo escrito por Josep María Miró Llull, escritor, grabador y pintor en su web http://bitacora.mirollull.com.

Josep María Miró escribe: «Estoy en el año séptimo, llegando al octavo, de la laringectomía total. También hay quien está en el trigésimo cuarto, pues fue intervenido en el año 1979. Es Andrés Cañas Hernández, un pionero en quitar hierro a la palabra cáncer y en dedicar la experiencia de su rehabilitación a la recuperación de otros laringectomizados en el Servicio de O.R.L. del Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau.

Conocí a Andrés Cañas por medio de Elisabet Gimeno, que me envió su libro Mi otra voz, publicado en 1991 en Barcelona. Fue uno de los primeros libros que leí sobre una mutilación de un órgano vital cuya función puede ser ejercida por otro. El libro además, ya exponía materiales y dispositivos que posteriormente han ampliado y desarrollado su utilidad y disponibilidad.

Andrés Cañas ha escrito y me ha enviado una reflexión que, por la claridad y síntesis con que está expuesta, pienso que es provechoso compartirla y, por ello, la reproduzco seguidamente.»

Sobre el cáncer de laringe Andrés Cañas Hernández

La preocupación del enfermo de cáncer de laringe, desde el instante en que conoce el diagnóstico, se fundamenta en el desasosiego, incluso en la confusión. Y es que, además del impactante nombre de la enfermedad, salvo los “milagrosos” efectos de la quimioterapia moderna en casos donde se detecta precozmente, las posibilidades de curación se basan en la intervención quirúrgica (laringectomía) sin que pueda evitarse la pérdida de la voz por la mutilación de la laringe, ni la disminución del olfato al tener que respirar por el orificio (traqueostoma) en la parte anterior del cuello. Algo que inevitablemente modificará el carácter incluso el comportamiento de quién lo padece.

De ahí que las notas que configuran este abreviado texto reflejen el fruto de la experiencia personal de signo positivo, no solo útiles para el propio enfermo sino que sirven para conocimiento de quién tenga a su lado para “auxiliarle” si fuese necesario. Pues la incertidumbre, la confusión, el desasosiego que produce tal situación afecta al entorno cercano del enfermo casi tanto como a él mismo. Por tanto, para que estos apuntes tengan la efectividad que se pretende, bastaría ceñirse al cumplimiento de las tres recomendaciones que se enumeran a continuación:

  1. A partir del conocimiento del diagnóstico, la situación psíquico-emocional que suele producirse ha de manejarse con serenidad.
  2. Aceptar el tratamiento, por “agresivo” que perezca, y confiar en que tendremos la asistencia médico-clínica necesaria hasta la curación total.
  3. Ser constante y disciplinado en el aprendizaje de voz esofágica, para permitirnos la reinserción social e integral en nuestro propio ámbito.

Primera

  • Al paciente y a la persona que le acompañe, generalmente un familiar cercano, si no hay nada ni nadie con suficiente autoridad que lo desaconseje, les conviene citarse con otro laringectomizado, por supuesto rehabilitado, para que éste les aclare previamente las dudas a que haya lugar de cara a reforzar su esperanza y aliviarles de la lógica inquietud que les atenace.
  • Cuando se trata de una persona, en particular el paciente, de carácter aprensivo, que al oír las explicaciones del médico reacciona de forma negativa, hay que aceptar que sea el propio médico quién valore ese extremo y, si cabe, aconseje la asistencia del psicólogo o psiquiatra incluso y la participación del “asistente espiritual” si el enfermo y la familia de éste lo requiere.

Segunda

  • Transcurridos los primeros días desde la operación, aún estando hospitalizado, la visita periódica del monitor-rehabilitador o logopeda, si lo prefiere, sería muy eficaz, ya que el contacto con ellos serviría de aliciente positivo, para afrontar, cuando toque, el aprendizaje.
  • Una vez obtenida el alta clínica, durante el periodo convaleciente, –si el médico no lo desaconseja, debe contactar con algún centro de rehabilitación de la voz para que conozca el tipo de ayuda que se le pueda prestar en él.
  • De acuerdo con las normas del centro, las personas encargadas de la rehabilitación (generalmente laringectomizados) harán que el aprendizaje sea llevadero, incluso animado; sin perjuicio de que en casos complicados sea preciso recurrir a profesionales.

Tercero

  • Durante el periodo de aprendizaje, los monitores comprobarán si el “alumno” se vale por sí solo de cuidar el aseo y protección del traqueostoma. En todo caso, éste debe asumir que esa función forma parte de su intimidad personal.
  • Con la protección adecuada podrá permitirse usar ropa de cuello cerrado y respirar con absoluta comodidad. Además, conviene mantener la mejor imagen posible ya que eso le ayudará a evitar miradas inquisitivas o indirectas, por parte de quienes desconocen el problema, que en nada le favorecerían.
  • Y para terminar, hay que decir que la persona laringectomizada (hombre o mujer), rehabilitada y dispuesta a convivir con sus limitaciones, si no hay otro motivo que lo impida, debe recuperar su modo de vida e incorporarse a sus actividades habituales. Pues, gracias a la medicina moderna y al esfuerzo de mucha gente, ahora puede hablarse de cáncer como se habla de cualquier enfermedad curable.

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