El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) es una realidad neurológica compleja que acompaña a muchas familias, presentándose a menudo como la primera causa de consulta en neuropediatría.

Como profesionales que trabajamos día a día con niños, adolescentes y también adultos con TDAH, comprendemos los desafíos que esto implica y la búsqueda constante de intervenciones que marquen una diferencia real y duradera.

En los últimos años, el abanico de posibilidades terapéuticas se ha ampliado enormemente, pero lamentablemente, no todas ofrecen los resultados esperados ni se adaptan a la singularidad de cada persona.

Esta realidad, sumada al hecho de que las dificultades asociadas al TDAH a menudo persisten más allá de la infancia, nos impulsa a ir un paso más allá, desarrollando abordajes más precisos y eficaces.

Una perspectiva neuropsicológica funcional.

Nuestra filosofía se centra en una perspectiva neuropsicológica funcional: no nos limitamos a observar los síntomas visibles, sino que buscamos comprender cómo funciona la mente de la persona con TDAH, comparándola con los procesos cognitivos esperados para su edad, para identificar dónde residen las diferencias y cómo podemos intervenir de manera más efectiva.

Análisis de la naturaleza del paciente y sus dificultades.

Para lograr una comprensión profunda y personalizada, partimos de un análisis detallado de la naturaleza del paciente y sus dificultades. Es fundamental conocer cómo piensa, cómo afronta los retos o cómo gestiona su atención en la vida diaria para discernir qué procesos cerebrales se están desarrollando adecuadamente y cuáles necesitan apoyo.

Este análisis nos permite localizar el núcleo del problema y seleccionar las herramientas de intervención más adecuadas para cada caso particular.

Evaluaciones neuropsicológicas avanzadas.

En este camino hacia la comprensión, integramos evaluaciones neuropsicológicas avanzadas. Una herramienta clave es el mapeo cerebral o electroencefalograma cuantitativo (QEEG). Esta técnica nos permite observar la actividad eléctrica del cerebro y detectar la presencia de posibles factores orgánicos, conocidos como biomarcadores, que pueden estar relacionados con las dificultades atencionales o de impulsividad características del TDAH.

Observamos patrones de ondas cerebrales y, en general, cuanto más se alejan estos patrones de lo esperado para la edad, mayores suelen ser los desafíos que manifiesta el niño o adolescente en su día a día.

Evaluación objetiva del rendimiento funcional.

Complementamos esta visión interna del cerebro con una evaluación objetiva del rendimiento funcional utilizando tecnología de realidad virtual (RV).

Sumergimos al paciente en entornos simulados, como un aula escolar virtual, para medir de forma precisa y baremada sus capacidades de atención sostenida, su control de la impulsividad, la velocidad con la que procesa la información, su control motor e incluso su resistencia a la distracción y al estrés. Esta evaluación nos da una fotografía clara de cómo funcionan estas capacidades en un contexto exigente pero controlado, y la repetiremos tras la intervención para valorar objetivamente los progresos.

El impacto del TDAH en la vida cotidiana.

Finalmente, recogemos información crucial sobre el impacto del TDAH en la vida cotidiana a través de cuestionarios específicos sobre las funciones ejecutivas, respondidos por familiares y profesores.

Estas funciones, que incluyen la capacidad de inhibir respuestas, la flexibilidad para cambiar de tarea, el control emocional, la memoria de trabajo para manejar información y la planificación, son esenciales para el éxito académico y social. La visión de quienes conviven con el niño o adolescente nos aporta un contexto indispensable.

Desde nuestra experiencia, consideramos que las dificultades observables en el TDAH a menudo siguen una línea que conecta estos elementos: ciertas particularidades en la actividad cerebral (biomarcadores detectados en el QEEG) pueden generar dificultades en el rendimiento de capacidades cognitivas básicas (como la atención o el control inhibitorio medidos con RV), que a su vez provocan los problemas de conducta o adaptación que observan padres y maestros (dificultades en funciones ejecutivas).

La terapia asistida por neurofeedback.

En nuestras clínicas, no solo buscamos determinar el peso de cada uno de estos elementos en el perfil único de cada paciente, sino que aspiramos a intervenir sobre el origen de las dificultades. Por ello, empleamos la terapia asistida por neurofeedback como una herramienta central.

El neurofeedback es una técnica no invasiva de entrenamiento cerebral con la que ayudamos a la persona a reeducar sus patrones de ondas cerebrales. Su base científica es sólida; de hecho, el análisis del EEG como herramienta de apoyo en la evaluación del TDAH ha ganado reconocimiento por parte de agencias como la FDA estadounidense desde hace años.

Creemos firmemente que todos los niños y niñas tienen la capacidad innata de concentrarse, pero algunos con TDAH no han aprendido a identificar internamente cuándo su cerebro y su cuerpo están en ese estado de calma y enfoque.

El proceso de neurofeedback.

Solo comprendiendo qué les ocurre podemos realmente ayudarles. El proceso de neurofeedback es, en esencia, un aprendizaje basado en la retroalimentación directa.

Mediante sensores que leen la actividad eléctrica cerebral, un ordenador informa al niño en tiempo real sobre sus propios patrones de ondas. Cuando sus ondas cerebrales entran en un estado deseado de concentración o calma, recibe una recompensa (por ejemplo, puede ver su película o serie favorita en la pantalla). Si se distrae o se agita excesivamente, la recompensa se detiene. Con la práctica, el niño aprende a reconocer esas sensaciones internas de enfoque y a generarlas de forma más voluntaria. ¡Si te centras, hay premio!

Reducir las dificultades de atención, hiperactividad o impulsividad.

Interviniendo de esta forma, no solo buscamos mejorar los síntomas externos, sino reeducar el sistema nervioso desde dentro, fomentando equilibrios neuronales más eficientes. Ayudamos a reducir las dificultades de atención, hiperactividad o impulsividad, enseñando al cerebro a encontrar y mantener estados de mayor concentración y calma.

Se trata de tomar conciencia; muchos niños con TDAH se concentran perfectamente en tareas que les apasionan, lo que demuestra que la capacidad está ahí. El reto es aprender a activar esa capacidad en otras situaciones.

Con todo ello, estamos comprometidos con la aplicación de estos avances en neuropsicología para ofrecer a las familias un abordaje profundo, personalizado y basado en la evidencia, acompañándoles en el camino hacia un futuro con mayor enfoque, autorregulación y bienestar.

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