El estrés de la vida diaria, la poca importancia que damos al proceso de comer, la importancia que le damos a ver la televisión, lo rápido que comemos, el trabajo y el estrés, etc. influyen de forma considerable en el proceso digestivo.

Debemos ser conscientes de la trascendencia de aprender a comer correctamente, con el fin de evitar las consecuencias que nos esperan tras los excesos o después de unos hábitos alimenticios inadecuados.

Las recomendaciones son muy simples y todos las sabemos, pero conviene recordarlas, ya que lo habitual es no practicarlas, al menos al cien por cien:

  • Cuando nos sentemos a la mesa hemos de sentir que estamos cómodos.
  • Regalémonos media hora como mínimo para cada comida.
  • Distingamos los alimentos que vamos a comer utilizando los sentidos de la vista y el olfato.
  • Cuidemos las proporciones de los alimentos que vamos a ingerir. Es aconsejable tomar cantidades pequeñas.
  • Recién introducidos los alimentos en la boca, hemos de masticar bien (utilizar indistintamente ambos lados de nuestras arcadas dentarias). Para alimentos sólidos se recomienda un promedio de treinta masticaciones.
  • El estómago ha de trabajar a su ritmo. En ese sentido, introduciremos pausas entre bocado y bocado.
  • Al finalizar la comida es importante permanecer sentado y relajado durante unos minutos, retomando la antigua costumbre de la sobremesa.
  • Debemos notar sensación de haber saciado el hambre sin sentirnos hinchados. Es interesante que nos quede cierta sensación de apetito. Ésta desaparecerá a los pocos minutos.

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